Caminar es Compartir (XXV)

Etapa 25: OCebreiro-Triacastela

Después de la dura etapa de ayer, -la subida al temido OCebreiro-, hoy, 2 de junio, nos espera una etapa relajada, tranquila, en descenso. 21 Kilómetros, con 9 grados de temperatura, entre bosques atlánticos que nos llevarán a  Triacastela.

La etapa va a atravesar pistas agrícolas y corredoiras tradicionales, utilizadas por los paisanos para llevar los ganados a los prados. Pistas forestales entre bosques de pino, roble con tojo entrando ya en el corazón de Galicia, abundante en bosques, ríos y prados. Domina el verde, que nos alegra y hace más suave el paseo.

Santa María, en OCebreiro

Intento en vano ver amanecer desde lo alto de OCebreiro, pero una niebla espesa lo impide. Me despido de la iglesia de Santa María, rica en historia y arte, y recuerdo el atrio con múltiples biblias en castellano, francés, inglés, catalán, gallego, euskera, hebreo, …y me dirijo hacia santo Estevo de Liñares, con su iglesia prerrománica. En Galicia tienen un peculiar sistema administrativo de los entes locales. Los municipios se llaman Concellos, a los cuales se adscriben parroquias, que a su vez engloban a  aldeas.

Recorriendo una senda que destaca por sus hayas, acebos, tojos y otros arbustos arribamos al alto de San Roque, de 1270 metros, donde hay instalado un monumento al peregrino que simboliza que avanza contra el viento. Es de bronce y fue realizado por J. M. Acuña.

Seguimos bajando, relajados hasta Hospital de Condesa, donde me distraigo con “las vacas canelas, o rubias gallegas” llamadas así por su color, que proporcionan una magnífica carne, dados los pastos de los que se alimentan. Su iglesia es del siglo IX y está dedicada a San Roque.

Atravesamos Padomelo, con casas de tejado negro pizarroso y ascendemos el Alto del Poio en cuya cima un albergue y bar nos posibilitan un descanso en el camino.

El verdadero descenso empieza ahora, pasando de los 1335 metros del alto del Poio hasta los 662 metros de cota en Triacastela. Entramos en Fonfría, en plena sierra de Roñadoiro donde una aldeana nos ofrece unas crepes con azúcar y a la que donamos un donativo. Ya podía haber estado en la etapa de ayer, pienso, y continuo camino hasta O Biduedo, atravesando montes donde la niebla va subiendo de abajo a arriba por los prados. Los paisajes son muy gratificantes, ya que solo se ve “verde” por los 4 costados. Estamos junto al Monte Oribio, de 1443 metros. Llego a Filloval, pequeña aldea.

Me río con la bota de algún compañero, que la ha inmortalizado en la alambrada, y accedo a Pasantes, donde en otoño venden frambuesas.

Destacan las corredoiras para el ganado, con abundantes castaños en sus márgenes.

Castiñeiro

El camino me hace pasar por Ramil, pequeña aldea, que posee un emblema natural, un árbol de 800 años, el castaño o castiñeiro en gallego. Es un árbol caducifolio de 8,5 metros de perímetro y un diámetro de 2,7 metros. Son muy comunes en Galicia, y sus frutos están envueltos por una cáscara verde con espinas. Las castañas son alimento de ganado y de personas, siendo famosas en toda España. Se recogen en noviembre y aquí se celebra una fiesta llamada “magosto”.

Arribo ya a Triacastela, fin de etapa, donde visito la iglesia de Santiago, que tiene junto a ella el cementerio, que destaca por las inmejorables vistas desde el mismo.

En la iglesia encuentro un mensaje en un folleto: “El ser humano es un incansable caminante, un peregrino en el tiempo y en la historia. Pero para recorrer bien ese camino de la vida es necesario darle un sentido: saber de donde vengo, a donde voy y cómo andar ese camino”. Este mensaje me tuvo reflexionando sobre el mismo toda la etapa siguiente.

Cruz de Santiago en Triacastela

La fundación de esta ciudad se remonta al siglo X cuando Alfonso IX la repobló al objeto de defender  el vecino monasterio de Samos. Tuvo 3 castillos, de ahí su nombre, aunque en la actualidad no se conservan.

Un cartel con mensaje positivo y una escultura con la cruz de santiago están a la salida de la ciudad.

Ha sido una etapa tranquila, relajante, en descenso y preciosa ya que se ve verde por todos los lados. Me permite reflexionar lo experimentado y entrar ya en el corazón gallego.

Jabo