
Hoy contamos con el Testimonio+++ de mi amiga madrileña Chus, quien nos explica su método para alcanzar la libertad, para dejar de fumar y cómo lo consiguió. Somos muchos los exfumadores que ya lo hemos logrado. Tú también podrás.
Este es el título del libro de Allen Carr, que un día del mes de abril de 2001 curioseando en las estanterías de una librería de Madrid encontré. Le ojeé, miré su precio, 1.000 pesetas, y pensé si por 1.000 pesetas dejo de fumar, sería la mejor inversión de mi vida. Sin mucha fe lo compré, si no valía para nada, solo habría perdido 1.000 pesetas pero si el método funcionaba ganaría muchísimo.
En esa época llevaba tiempo deseando dejar de fumar, y aunque físicamente no sentía el daño del tabaco, psicológicamente empezaba a sentir una carga importante de complejo de culpabilidad, de mal ejemplo a mis hijos, del daño al fumador pasivo, etc.... y aunque tampoco era una fumadora empedernida, 15 cigarros caían todos los días. Y ya eran demasiados años envenenando mi organismo. Todas las noches mi último pensamiento era para el tabaco: “Mañana dejo de fumar” y con ese pensamiento me dormía. Al día siguiente cuando me levantaba, estaba deseando desayunar para fumarme mi primer cigarro, cigarro que me sabía a gloria, pero una vez consumido, empezaban los remordimientos, la autoestima por el suelo, las culpas, etc...., pero a la media hora ya se me habían olvidado todos los remordimientos y todos los buenos propósitos y volvía a fumar mi dosis diaria, que ya mas que un hábito era una verdadera necesidad.
Comencé a fumar de manera habitual pasados los 20 años, para mi época fui una fumadora tardía, mis amigas llevaban fumando desde los 16 y 17 años, pero una vez di una calada y no me gustó y por eso yo era la única de toda mi panda que no fumaba. Eran los años 70 y fumaba todo el mundo, porque estaba bien visto, era muy “chic” y los anuncios te invitaban continuamente a saborear el humo del tabaco. Entonces no se hablaba del daño del tabaco, más bien lo contrario, fumar era moderno y tener un cigarro en la mano te hacía una mujer actual. Y así poco a poco, por estar en la “onda”, comencé con este maldito vicio, que al principio te da placer pero poco a poco se va apoderando de ti hasta hacerte su esclavo y entonces deja de ser un placer para convertirse en una necesidad.
El libro me enganchó desde la primera página. Está escrito por un ex-fumador, que llevaba cerca de 40 años fumando y el mismo se definía como un fumador empedernido que siempre pensaba que jamás sería capaz de dejar de fumar. En los primeros capítulos, antes de comenzar con el método que le y me salvó de la esclavitud, va describiendo situaciones que todo el que ha sido fumador se siente identificado con ellas y eso es lo que hace que la lectura te vaya enganchando. Además lo primero que te dice es que no te va a dar la paliza con el daño que hace el tabaco, que eso, a estas alturas todos lo sabemos y el libro no trata del daño del tabaco, sino como abandonar ese hábito.
Página tras página me iba mentalizando a tomarme en serio el hecho de dejar de fumar ya que mientras lees el libro te permiten seguir fumando. Solo tienes que dejar de fumar el día siguiente de leer la palabra fin. Y ese día llegó fue el 15 de abril de 2001, y ese día me convertí en una ex-fumadora y cambió mi vida por completo. Se acabaron los remordimientos, mi autoestima se disparó, estaba contenta conmigo misma y por supuesto el tabaco dejó de ser mi último pensamiento nocturno.
¿Que si lo pasé mal?. Pues realmente no mucho, porque el método del Dr. Carr funcionó y es lo que me valió para cuando me entraban los deseos de fumar, superarlo.
¿En que consiste el método?. Lo primero que quiero decir es que dejar de fumar es un acto de la voluntad. Tienes que tener un firme deseo de dejar de fumar y ser consciente de que tu y solo tu eres el que mandas en tu cerebro, y que si tu quieres tu puedes.
Pero lógicamente hay que saber como y en eso consiste el método. Es algo muy sencillo y quizá algo infantil pero que a mi me valió para decir adiós al tabaco para siempre.
Hay que imaginarse que cuando ya te has convertido en fumador, toda la nicotina que te has metido en el cuerpo se ha convertido en un pequeño monstruo que albergas en tu interior, que te domina y que es insaciable. Cada vez quiere comer mas porque cuanto mas come mas grande se hace y cuanto mayor es mas poder tiene sobre ti. Su comida os habréis imaginado cual es: la nicotina. Como os he dicho es insaciable, continuamente pide comida y tu sea la hora que sea, llueva o nieve, se la das. El día que decides dejar de fumar el monstruo deja de comer y cuanto menos come no solo deja de crecer sino que se va haciendo mas pequeño. Al principio protesta, tiene hambre y te pide, pero tu no le haces ni caso, te le imaginas rabiando dentro de ti y tu mentalmente le dices, rabia, rabia, que te va a dar igual, no te voy a alimentar mas y llegará un día que desaparezcas por falta de alimento. Y esta escena que acabo de describir la tienes que visualizar e imaginarte en cada ataque que tiene el monstruo pidiéndote comida, como va menguando y siendo muy consciente que tienes que ser implacable ante los gritos del monstruo porque se se te ocurriera solo darle unas miguitas (una calada), cogería tal fuerza que en el próximo ataque te sería mucho mas difícil negarle el alimento.
Cada día que pasa y no le has dado comida, este se va haciendo mas pequeño, pequeño, pequeño, y según va menguando se va debilitando y cada vez tiene menos ataques y menos fuerzas para pedir comida con lo que tu vas ganando terreno porque ahora eres tu el que dominas al monstruo y no el a ti.
Y llega un día que el monstruo está tan débil y tan pequeño que se desmaya y se cae al suelo, ya no está de pie, ya no da saltos, ahora está tumbado, se ha rendido, ya no pide comida, solo muy de tarde en tarde pero está tan débil que sus ataques solo duran segundos. Se puede decir que has ganado la batalla al monstruo.
Pero ojo, no hay que bajar la guardia nunca, NUNCA, porque este monstruo no muere nunca, se queda inconsciente, pero vivo y si después de muchos años de esta situación, un día confiado decidieras fumar un solo cigarro, estarías perdido de nuevo, porque esa pequeña comida sería el detonante que lo despertara y te empezara a pedir toda la comida atrasada. Por eso el día que decides dejar de fumar tienes que tener muy claro que dejas de fumar para SIEMPRE.
Pues esta es mi historia y este es el método que yo empleé, y que tan buenos resultados me dio, ya que me permitió dejar de fumar sin apenas “mono” y disfrutando al ver consumirse al monstruo que durante años me había dominado.
Chus.
Chus me comentaba hace pocas fechas: “Espero que esta historia sirva para que aunque solo sea un seguidor de este blog se anime a ponerla en práctica y pase al bando de los ex. No os podéis imaginar lo que es convertirse en ex. De verdad, la vida toma otro color. No vale con que yo os lo diga, tenéis que experimentarlo para darme la razón.” La voluntad está en el cerebro. Solo tú eres su dueño.