
Hoy contamos con el Testimonio+++ de mi amigo chileno Alex. Es un relato autobiográfico que escribió para enfrentarse a un foro literario, y me permitió publicarlo aquí, dado que encierra un mensaje positivo.
Con Alex me une una bonita y franca amistad. Nos conocimos en dejar de fumar y espero que pronto esté con nosotros, dado que ahora por motivos laborales no le es posible.
La relación con mi padre nunca fue la que hubiera esperado, los faros, los buques, las guardias lo mantuvieron ausente. Mamá hacía lo que podía con cinco hijos pequeños a cuestas y eso si, dinero en abundancia, fardos de billetes que no valían más que su precio en papel, las alternativas como todas las demás cosas eran escasas, o el mercado negro o el hambre porque los vales de racionamiento no llegaban a casas de uniformados, solo lo hacia la miseria que no sabía de política ni de grados militares y nos pisoteaba a todos por igual.
Pero no podíamos quejarnos, mamá era hábil en los negocios y teníamos algo valioso que muchos necesitaban: combustible, y del petróleo salió la harina y de la harina salió el pan, del pan las latas de conserva y de las latas mi primer par de zapatos, que no eran nuevos pero abuelo era zapatero competente.
Y del petróleo salieron también las llamas y de las llamas la prisa por salir, cristales rotos, sirenas y gritos, seis alcanzan la seguridad de la calle y una princesita de rizos dorados y sonrisa inocente, mi hermana de cuatro años, el descanso eterno en brazos del creador.
Y de los siete quedamos siete, si, porque Marisol Isabel abandono los corredores y los parques para correr y reír por siempre en nuestros corazones. Y de la casa, cenizas y de la generosidad de algunos tres colchones, un brasero y una pieza de cuatro por cuatro que habilitamos como cocina, salón de juego, estudio y dormitorio, mamá defendía con dientes y uñas nuestro derecho a asearnos, lavar la ropa y utensilios de cocina en el único baño comunitario.
Meses después vendría un nuevo emprendimiento en los negocios por parte de mamá, la mesa y unas pocas prendas bastaron para dar inicio a lo que se transformaría con el correr de los años en el principal negocio de ropa usada de la ciudad. Los ricos compraban en las tiendas, mamá les compraba a los ricos y los pobres le compraban a mamá, una especie de ruta de la seda pero con ropa usada.
Pasan los años de trabajo duro y honesto y llega la casa nueva con vista a la bahía, el automóvil en el que cabíamos todos y el sueño de que al menos uno de nosotros llegara a la universidad y se titulara. Y a pesar que lo intenté no pude darles esa alegría, de la facultad de ingeniería civil al trabajo duro en una constructora, una princesita de pies pequeños venía en camino y quise estar allí para recibirla, acompañarla y darle el apoyo de padre que yo jamás pude tener.
Pero la vida te da revancha y dentro de algunos meses la mayor de mis hijas cumplirá su sueño, el mío y el de sus abuelos, solo había que trabajar duro y tener fe, siempre hay más de un momento que espera en más de un lugar dibujando una nueva oportunidad.
Rubén Alejandro
Os pongo la útima noticia de hoy, de Alex: "Mi hija mayor se recibió el pasado diciembre y la próxima semana comienza su primer trabajo en una escuelita rural en el sur, algo apenado porque la veré muy poco pero por otro lado feliz que comience a volar con alas propias".
Foto: en el puerto de Motrico.