Yo he encontrado el propósito en mi vida: dar de mí lo mejor y que mi mejor parte pueda ser de utilidad a la mayor cantidad de personas que sea posible. Ha sido un proceso gradual, casi imperceptible, en que al encontrar en mi camino la senda del Yoga, comencé a sentirme tan bien que surgió de lo más íntimo de mi ser la imperiosa necesidad de compartir mi bienestar.
Me formé entonces, como profesora y desde hace 15 años no sólo doy clases y formo alumnos, sino que el Yoga se convirtió en mi camino de vida. En todos estos años he conocido muchísima gente, queridos alumnos que aún me acompañan luego de tantos años; otros, que por un motivo u otro, ya no están...ellos aprendieron de mí a respirar correctamente y unas cuantas posiciones para el cuerpo, pero mucho más he aprendido yo de ellos.
He aprendido que no existen límites, sólo aquellos que nuestra mente nos imponga. He visto personas con el rostro gris por la pena y el dolor y luego, al cabo de un tiempo, el mayor regalo: una sonrisa de gratitud, una mano cálida que dice más que muchas palabras, un gracias desde un corazón que renace, feliz, por el simple hecho de aprender a respirar correctamente, así de simple... y si se respira como es debido le estamos enviando energía vital a todas nuestras células y nuestro cuerpo comienza a sanar, el dolor disminuye.
He visto gente muy joven padecer de dolores muy intensos y con poca expectativa de mejoría, sin embargo, en pocos meses de práctica ya había un notable cambio positivo; incluso personas aún no ancianas que no podían sostenerse sin ayuda del bastón, sus piernas flaqueando y más tarde, comenzar a dar sus pasos sin ayuda, porque no eran sólo sus piernas, era su miedo interno y las piernas, su espejo.
Es que el Yoga puede aportar alivio y salud aún en casos en los que la medicina occidental sólo ofrece un medicamento para tapar el síntoma.
Por esto sé que mis esfuerzos no son en vano. He tenido la suerte de trabajar en la ONCE, con personas con distintas discapacidades visuales, auditivas o motrices. Con ellos he reforzado mi profunda convicción de que todo cambio es posible. Ellos, con todos los obstáculos que deben afrontar en su día a día, han sido y son una lección de vida y ejemplo.
Con la práctica del Yoga han logrado el equilibrio que jamás hubiesen creído que podrían tener, la confianza en sí mismos que habían perdido, el alivio de los dolores a causa de la rigidez del cuerpo y por extensión han permitido que aflore la parte más bella de su interior. Ellos me están muy agradecidos porque, a pesar de la dureza padecida en sus vidas que los había cerrado a la alegría, hoy pueden mostrar que son personas amorosas, con enorme capacidad de dar, ahora se manifiestan, se expresan, sienten un elevado grado de autoestima; ahora esperan con ganas la llegada de los martes y los jueves, porque han encontrado la solución a sus dolores y la alegría en sus corazones.
Pero en este dar y recibir todo es recíproco y en realidad soy yo quien les está muy agradecida, ellos son para mí un estímulo para ser mejor cada día; ellos son el reflejo de todo el noble potencial que posee el ser humano y sólo espera el instante apropiado para aflorar, ellos son mi fuerza, mi alegría, mi autosuperación constante para darles más y mejor. Es una ley natural, juntos crecemos y nos fortalecemos.
Por esto, recomiendo que quienes no se sientan bien física, mental o emocionalmente intenten probar esta práctica, puede que al principio no les parezca gran cosa, al principio tampoco me lo parecía a mí y comencé con bastante recelo porque no sabía bien de qué se trataba.
El Yoga nos fortalece física y espiritualmente, nos sirve a todos, nos abre infinitas puertas, a cada cual aquella que le hace falta. Todos podemos encontrar en esta práctica, de orígenes milenarios, lo que hemos ido a buscar.
Vale la pena intentarlo, me lo confirma la sonrisa de cada alumno, cada día.
Gracias a todos por estar ahí y compartir este momento conmigo, será mi premio si a través de mis palabras hubiese aportado algo de provecho, mi misión es esparcir semillas y mi felicidad, el fruto que recoja quien la encuentre.
Paz, Amor y Alegría en los corazones!
Namasté. Patricia