



Testimonios+++ nos va hoy a emocionar. Uru cuenta su experiencia con la enfermedad, y nos da una verdadera lección y ejemplo de cómo enfrentarse a ella, mediante su actitud y testimonio positivo.
La Primera vez que me visitó el cáncer, (ese intruso que habita en mi cuerpo sin mi permiso), tenía yo 35 años, lleva 14 años conmigo, pero aún no ha podido vencerme. Esa vez era de matriz. Comencé a sangrar demasiado y al principio no le di importancia. Hicimos reconocimientos mediante ecografías, marcadores y el resultado dio positivo. Lo llevaba en la cadena genética por parte paterna. (La madre de mi padre falleció de cáncer de estómago a la edad de 85 años). Tuve un duro tratamiento a base de pastillas e inyecciones de quimioterapia, ya que se pretendía reducir el tamaño de los tumores (3 en total). Me sentía mal, con vómitos y caída del pelo.
Me preocupaba mi trabajo, mi esposo y una pequeña que veía a su madre deteriorarse. No me permití el dejar de trabajar, tenía una tienda de mobiliario y decoración en Calahonda. Nadie somos imprescindibles, pero cada uno teníamos nuestros clientes, éramos 12 personas. Yo mi cartera de clientes no la podía dejar abandonada.
Decidí junto con el médico no decirles nada a mis padres, era su única hija, para que preocuparles. Cuando me vuelven a hacer biopsia, me dicen que no podemos esperar más, había avanzado y ya mi vida corría peligro. Había que operar ya. ¿Me garantizan que voy a salir con vida del quirófano?. No respondieron, pero su silencio lo decía todo. Pues entonces tengo que dejar terminadas mis dos casas.
Y así fue, terminé mi trabajo, preparé a mi hija diciéndole que me operaba, y si todo iba bien estaría en casa pronto, pero que también cabía la posibilidad de que me fuera al cielo y que desde allí la cuidaría mejor que estando con ella, ya que los ángeles me acompañarían para estar siempre a su lado, incluso en el colegio, que le contaría cuentos todas las noches como siempre, que la seguiría bañando y peinando, aunque fueran las manos de la abuela, realmente eran las mías, q no me vería pero q sentiría mi presencia.
Al principio lloró y yo me tragué mis lágrimas delante de ella. Luego me dijo: “mami, si te vas al cielo voy a ser una niña especial”, ninguna de mis amigas tiene a su mamá siempre con ellas, tócame el pelo por las noches y me dormiré pronto. Nos fundimos en un abrazo infinito y me alegré que se lo tomara tan bien. Mi operación fue un éxito, me abrieron por la misma cicatriz de la cesárea, me graparon y mi matriz pesó 5kg 900 gr. Ahí fue cuando se enteraron mis padres.
A los dos años tuve metástasis en el ojo izquierdo, en los brazos y pierna izquierda. Esta vez me los sacaron con anestesia local. De vuelta a la quimio y yo sin dejar de trabajar y hacer mi vida normal. Se me reproducen al año siguiente, esta vez en el cuello en la parte cercana a la nuca y se extendieron cerca de la vena aorta. Los médicos me decían que no comprendían como se reproducían tan rápido, y como yo no me derrumbaba. Fui a una psicóloga amiga, no era por mí, era por lo que me dejaba atrás de familiares, amigos, y tantas cosas por hacer, mi nieta me adoraba y yo a ella. Empecé con los cursos de control mental, a leer a Louise Hay, y a releer a Raymon Moody.
Mi padre me había enseñado desde pequeña en Montevideo, el siendo un gran científico me decía que la energía no muere, se transmuta y nosotros somos energía. Hacía yoga a diario. Y mi espíritu y cuerpo se pusieron en armonía.
Años más tarde llega la separación, decisión que tomé yo. Quería con locura a mi esposo, pero él no tuvo la valentía de enfrentarse a un socio. Le advertí que nos estaba robando. Fuimos a juicio, los gané todos, pero él apelo, y ahí compró al juez. A nosotros nos robó casi 200 millones de pesetas, pero si tuvo 500 millones para comprar al juez. Lo denuncié a hacienda, y lo inhabilité para el resto de su vida. Vivimos 3 años de mis ahorros, pagando alquiler de casa y reduciendo gastos. Me convertí en la madre de mi esposo, y yo me casé para tener un compañero no un hijo 20 años mayor que yo.
El poco dinero que quedaba se lo llevó él. Me fui con mi hija a la de una amiga. Saqué adelante a mi hija, ya me habían concedido la invalidez total y absoluta, por los huesos y el cáncer. Pero era tan baja la pensión que tuve que trabajar, no quería más ayuda de mis padres, mi hija era mi responsabilidad, ellos la cuidaban mientras yo trabajaba hasta 14 horas por día, lo mismo limpiaba en casa de unas profesoras, que les avergonzaba presentarme como la limpiadora y decían que yo era la señorita de compañía de una de ellas. A mí no me daba vergüenza limpiar, era un trabajo digno.
A mi hija cuando le tocaba conmigo ese fin de semana, estudiaba con ella para enseñarla a resumir, y comprender algunas cosas, al ser bibliotecaria tengo cierta cultura.
Mis padres nos regalaron una casa en una zona residencial de Marbella. Cuando se la quise pagar a mi padre, me dijo que eso era por el dinero que yo le presté siendo soltera para que no tuviera que viajar a Montevideo.
El año pasado noté que perdía peso por días. De 58 Kgs que pesaba, mido 1,69 y medio, en 3 meses me quedé en 48. Fui a mi internista gran amiga. El resultado fue positivo, estaba en el estómago, parte del hígado, y sistema linfático. En España me dijeron que no me daban de vida ni 3 meses. No merecía la pena ni tocarme. Les dije que yo no tenía tiempo de morirme, me quedan muchas cosas por hacer. Salí llorando de impotencia. Hacía 6 años que se me fue mi padre de 3 tumores. Mientras mi madre se debatía entre la vida y la muerte, su corazón dejaba de funcionar.
Hablé con un médico alemán amigo de la familia, quien se prestó a ayudarme. Me dijo que preparara toda la documentación. Prepare todo, el me daba la quimio, y no me pudo traer hasta marzo.
Llegué a Colonia en Alemania con 41 Kg. Y comienzan las operaciones a los pocos días. Me dicen que las probabilidades de sobrevivir son pocas y en caso de ser así tan solo la esperanza de vida es de 3 a 5 años. Y les vuelvo a decir lo mismo, yo no tengo tiempo de morirme, tengo mucho por hacer, muchas ganas de vivir, y problemas que resolver. Los médicos me dicen que mi actitud es poco común, bueno…cada persona somos un mundo. Sigo con mi control mental, visualizo mis órganos, le agradezco a la enfermedad tantas visitas, pero le digo que no la necesito para nada.
Se puede salir adelante. La enfermedad me ha hecho conocer personas maravillosas en el hospital y en Internet. La vida merece la pena vivirla, saborearla a sorbitos, y agradecer el ver un nuevo día. La mejor terapia es la risa, y ver si puedes ayudar a alguien. Tal vez soy egoísta porque cuando ayudo a alguien…me siento útil y feliz, vibro con la sonrisa de un niño y de un anciano, aquí hay personas de todas las edades.
Gisela es un cielo de mujer, sencilla y como médico una fuera de serie. Le agradezco de corazón todo el apoyo que me da.
URUFotos: Uru, ella con su familia, y una foto que representa algo que anhela, ver a sus nietos.